jueves, 17 de diciembre de 2009

EL ASESINATO DEL PROFESOR DE MATEMÁTICAS. Jordi Sierra


De niño —y adolescente, y mayor—, yo también fui un pésimo estudiante de
matemáticas. Las odiaba. No las entendía —quería ser escritor, claro—. En cambio me
apasionaban los juegos, adivinanzas, acertijos, jeroglíficos. Incluso los hacía yo. Ahora sé
que no es tan fiero el león como lo pintan, y que eso de los números es... un juego, como
dice el maravilloso —e inventado— profesor de este libro.
Tal vez esta historia sirva para poner un poco de paz en los extremos. Un puente entre los
profes de mates duros y los alumnos aún más duros de entendederas que no pillan ni
una. Tal vez. Sea como sea, es un divertimento, y espero que así haya sido interpretado.
No soy ningún genio matemático, así que los problemas de la novela han sido extraídos
de los libros Entretenimientos matemáticos de N. Estévanez, publicado en París en 1894,
y Matemáticas para divertirse de Martin Gardner. También ha aportado su granito de
arena un excelente profe: Sebastián Sánchez Cerón de Alhama de Murcia. El resto es
mío, incluida la superpista del capítulo 15 o el jeroglífico del tablón de anuncios.
Si dicen que "la letra con sangre entra" —aunque tampoco sea para tanto—, espero que
"las matemáticas con buen humor pasen mejor" —que me lo acabo de inventar, pero me
parece muy cierto—. Después de todo, 2 y 2 pueden ser 4 ó 22.
¿O no?
Jordi Sierra i Fabra

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